En el otoño de 1999, me topé con Juana. Yo llevaba tiempo buscando a través de caminos que, tal como los estaba viviendo, no sólo nada tenían que ver con la poesía sino que de alguna manera eran, en mi caso, su necesario contraveneno. El resultado: que hacía unos diez años que no escribía un solo poema y tal vez tampoco había vuelto a leer ninguno.  Conocer a Juana fue como meter los dedos en un enchufe. Simplemente ante su forma de ser y de estar, se me reavivó, se me rebeló esa parte largamente silenciada y me vi, de pronto y de tirón, escribiendo un soneto que fue el primero de un torrente de escritos. Para mi sorpresa, a través de ellos pude integrar mucho de lo que había despertado en mí aquel supuesto antídoto de la insania que había ido tragándome con perseverancia. Hoy tengo el gusto de traeros aquí a Juana, mujer de manifiesta inteligencia y sensibilidad que, hasta donde yo veo, ha alentado la inspiración de muchos. También poeta honda, precisa y potente. Por naturaleza, creo yo. 

Juana Gallardo

Juana Gallardo Díaz
Profesora de Filosofía
Terapeuta Gestalt
Tiene dos libros publicados en formato digital:
Otra historia no puede ser, novela sobre la pérdida de la madre y lo que dicha pérdida supone.
Muchos amores y una sola muerte, poesía.
También en la red se encuentran algunos escritos suyos sobre educación como La gestión de las emociones en las aulas y Educar versus enseñar, entre otros.

AYUNO DE AMOR

Desde que te fuiste de mi vida
hago dieta purificadora de amor:
mi corazón hace ayuno de afectos.

LOS ESPEJOS Y LA IMAGEN

Si me decidiera a destruir
todos los espejos,
recuperaría
la imagen que me robaron.

MÍRAME

Mírame, he aprendido a navegar
con el viento en contra,
y a bailar aunque no sonara
música alguna.
He aprendido todas las lecciones
y en las últimas derramé
las únicas gotas de sangre
que me quedaban.
Y aunque todavía me quedo sin respiración
delante del jefe de la manada,
he aprendido el lenguaje de los lobos
y puedo oír su aullido
sin asustarme.
Mírame. Ahora ya soy fuerte.
Ya no necesito que me protejas:
ahora ya puedes amarme.

LLEGARÁS

Llegarás,
básicamente porque
no hay que llegar
a ningún sitio.
En aquél que estás ahora
a ese has llegado:
otro no hay.
Y mira con atención
la humilde metafísica
de las cosas.
Otros abandonarán su cansancio
en estos mismos sillones.
Estas paredes
oirán otras risas
y otros llantos
cuando los tuyos
formen parte ya
del limo del olvido.
Y esta cocina se llenará
de todos los sabores y olores
que tu inmensa cobardía
no te dio la oportunidad de conocer.
La frágil materialidad de estas cosas
continuará su destino
de gloria o vertedero
cuando tú ya seas
eternidad pura, pura nada.
Has llegado, ahora estás:
no hay más.

4 de febrero de 2014

NADA PUEDE COMPARARSE

Nada puede compararse.
Ni todos los sioux cabalgando
por las praderas detrás
de una manada de bisontes;
ni Roma entera ardiendo
por el capricho de Nerón;
ni las nieves del Kilimanjaro
arrancadas de cuajo
de la cima del mundo
por un alud;
tampoco fue nada,
en comparación, el ruido
del Titanic al chocar con el iceberg
rompiendo la noche callada
del océano…
No. Ningún ruido
puede parecerse al de los latidos
de mi corazón cuando me dijiste
que te ibas, que, en realidad,
ya te habías ido
desde hace un año.
Y nada, nada, logró apaciguarlo después
ni siquiera aquel joven,
con mirada de aurora boreal,
que prometió amarme para siempre.
Nada sirvió: desde entonces
yo tengo dificultad para descifrar
el lenguaje del agua,
también el de mis lágrimas.

LA LUZ EN LAS CIUDADES

La luz se esconde en las ciudades
y escoge bien los lugares y las horas
en las que salir,
pero hay días en que esa luz
se extiende sin avaricia
por las aceras rotas
y une las grietas
como cemento invisible
e inmaterial.
En la ciudad no hay aleros
ni carámbanos.
Definitivamente, hay cosas
que se quedaron
para siempre en la mirada
de la infancia.
Suyo es también
el zureo de las palomas:
en la ciudad vuelan mudas,
como muda es la mirada
de los mendigos
que te ven pasar desde
el impúdico escaparate
de los cajeros automáticos.
El tiempo adulto es
como la lengua bífida de
las serpientes: rápido y mortal.

INCONVENIENTES DEL CARÁCTER

Noto seco el corazón:
el esfuerzo lo ha matado.

FELIZMENTE DERROTADA

No sé cómo decirlo, pero, inexplicablemente,
he encontrado la paz en la derrota.

La realidad, como la verdad y las palabras,
tiene muchas caras.
Es verdad que el gris es el color
del acero de la espada
y del mármol de la lápida,
pero también lo es
de las nubes reflejadas en el agua
de la luna y de la plata.

Y, quizás, por todo esto,
porque todas las cosas son y no son
al mismo tiempo,
yo puedo decir que esta tarde de domingo,
en la soledad y el silencio de mi casa,
yo estoy, tranquilamente, mirando la terraza:
felizmente derrotada.